Ejecuciones extrajudiciales y las ciencias forenses


Ejecuciones extrajudiciales y las ciencias forenses Por MAURICIO GIOVANNY ORTIZ DIAZ


Uno de los casos más graves en la historia del país, en donde se vulneran los derechos humanos, son las ejecuciones extrajudiciales que hubo en el periodo presidencial pasado, por parte de las Fuerzas Militares a unos jóvenes que eran presentados como guerrilleros muertos en combate; esto lo hacían con el fin de obtener algunos de los beneficios que estaba entregando el gobierno, como asensos e incentivos económicos. Aunque en otros países de Latinoamérica se presentaron ejecuciones extrajudiciales por parte del gobierno a civiles, éstas constituían personas que estaban en contra del sistema político establecido; en el caso de Colombia y de éstas muertes mal llamadas “Falsos Positivos”, no es así.
Los lugares en donde hubo más presencia de estos actos fueron en el departamento de Antioquia y en Ocaña de Norte de Santander, aunque se presentaron casi en todo el territorio nacional. Las víctimas en su mayoría eran de clase trabajadora y con  necesidades económicas, por lo que era fácil engañarlos prometiéndoles mejores oportunidades de trabajo. De esta forma, eran trasladadas de su lugar de origen al lugar de la ejecución, por ejemplo en los casos que hubo en Ocaña, las víctimas fueron reclutadas en el municipio de Soacha, en el barrio Ciudadela Sucre y de allí fueron trasladadas creyendo que iban a trabajar en fincas de narcos, según una declaración de la persona que se encargaba de hacer los reclutamientos para los militares de Ocaña, Norte de Santander.
Al parecer en esa charla se acordó el reclutamiento de jóvenes del sur de Bogotá que serían enviados con engaños a Ocaña, pues desde entonces empezaron las ejecuciones de "rolos". Aunque no recuerda con precisión las fechas, cuenta que la última semana de enero del año pasado llegaron los primeros tres jóvenes, quienes creían que iban a trabajar como escoltas en el negocio de un narco. "Estoy seguro de que uno se llamaba César". Al parecer, se trataba de Julio César Mesa, quien según su familia desapareció de Soacha el 26 de enero. (Revista Semana, 2009, párr. 13)
Con esta declaración esta persona cuenta cómo iniciaron los reclutamientos en Bogotá para los falsos positivos, así mismo, su testimonio fue una pieza clave para poder judicializar a varios uniformados puesto que reconoció varias fotografías de jóvenes entregados para falsos positivos, que se estaban investigando.
Estas personas eran sometidas a tortura, desaparición y asesinato por parte de las fuerzas militares, vulnerándoles el derecho fundamental a la vida, y además usando el Derecho Internacional Humanitario para cobijarse de estos delitos de lesa humanidad. Cuando algunos familiares de las víctimas vieron cómo sus seres queridos aparecían en las noticias, como guerrilleros muertos en combate, hicieron las respectivas denuncias; pero la respuesta por parte de los militares era  que habían sido asesinados en el marco de un conflicto armado, en operaciones del ejército, y por ende, estas personas se convertían automáticamente en combatientes y en un objetivo militar, y el Derecho Internacional Humanitario los eximia de cualquier tipo de responsabilidad. Algunos de los casos de ejecuciones extrajudiciales se pretendió que se pasaran para la justicia especial para la paz, que se adelanta gracias al proceso de paz que se firmó con el grupo guerrillero FARC, pero los familiares de las víctimas y la fiscalía explicaron que esto no hace parte del marco del conflicto armado sino que fueron asesinatos a sangre fría de personas que se encontraban en estado de indefensión.
Lo más grave de estos “supuestos operativos” es que los informes que presentaba el primer respondiente (el militar al mando del operativo) no concordaban con el informe presentado por parte de los investigadores de ciencias forenses. Además, los informes entregados por los investigadores forenses, demostraban que era una escena manipulada, por no decir falsa, puesto que existían muchas incongruencias.
El investigador forense MAURICIO JAVIER VARGAS SÁNCHEZ quien ha ayudado en las investigaciones de varios casos de falsos positivos declaró que las pruebas más relevantes de estas escenas eran los informes de balística que presentaban los investigadores forenses, puesto que se demostraba que eran montajes. Por una parte, los “combatientes” reportados en los informes de los militares, portaban armas con las cuales supuestamente habían atacado a las tropas; mismas armas que los informes de balística demostraba que no habían sido disparadas por las víctimas.
 Asimismo, se demostraba que muchas de las heridas de bala que habían recibido eran post-mortem, hecho que demostraba la sevicia por parte de los militares, y por último, las heridas de bala que habían recibido las víctimas no concordaban con los agujeros de sus ropas, e incluso en algunos casos los victimarios ni siquiera se molestaban en hacer los agujeros a las prendas, hecho que demostraba que los camuflados con los que se reportaron como guerrilleros, no era la ropa con la que habían sido asesinados. Estas son algunas de las pruebas presentadas ante la fiscalía para probar que casos como el de WÁLTER JONY HENAO SALAZAR, un taxista de 31 años desaparecido en el año 2007, eran asesinatos a sangre fría por parte de las Fuerzas Militares y no bajas de enfrentamientos con la guerrilla.
                     

                                Fotografía tomada de la revista semana.      
     

      Esta fotografía es de una ejecución extrajudicial, aparentemente muestra a un guerrillero muerto en combate con el ejército, al lado de un camino, pero a simple vista se puede apreciar que es un montaje porque la persona que está muerta en el suelo tiene puestas unas botas que están completamente nuevas y para colmo al revés.
Por último, otra de las pruebas que se reunieron en contra de los militares implicados en estos asesinatos  es el hecho de que los cuerpos en donde se decía que habían sido de baja o el lugar en donde habían muerto en combate, no era en realidad el lugar en donde habían muerto, según los informes forenses habían muerto en otra parte y habían sido trasladados.
Desafortunadamente muchos de los casos en los que se ha recolectado varias pruebas en contra de militares que participaron en los “falsos positivos” han quedado en libertad por vencimiento de términos, ya que no comenzaron las audiencias de juzgamiento. Lo cual hace que los esfuerzos por parte de la fiscalía y de las familias de las víctimas para  lograr justicia, sean prácticamente en vano. Pero gracias a los esfuerzos de los investigadores forenses, los testimonios y los abogados de la fiscalía se pudo demostrar que estos hechos tan atroces se estaban presentando en el país, y además, varios uniformados fueron judicializados pagando penas de hasta 59 años de prisión.

Bibliografía
Revista Semana. (2009) “Entregué a más de 30 jóvenes para falsos positivos” Disponible en: http://www.semana.com/nacion/articulo/entregue-mas-30-jovenes-para-falsos-positivos/101266-3
El Espectador, (2017 11 de enero) “El DIH no es una licencia para matar”, Disponible en:https://colombia2020.elespectador.com/jep/el-dih-no-es-una-licencia-para-matar-consejo-de-estado

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